Mejor arder de Mauricio Álvarez

Mejor arder es un libro de verano que se escribe en invierno; en el que el amor entre hombres, entre libros, entre palabras se da en espacios acotados, entre paréntesis, a los que se pretende ordenar bajo un orden cardinal, que numera cada uno de esos textos entre paréntesis; aunque como ha dicho el mismo Cortázar: “¡Paciencia, joven! Para salir de tanto algodón manchado”. El orden numeral como otra forma del caos: como otra posible disidencia: algodones que se manchan. Este es un libro que disiente ante el amor romántico, ante el amor hetero, ante el amor jerárquico y ahí es donde comienza el disentimiento frente a las formas convencionales del poema; pues aunque aparentemente se queda en la parte izquierda de la página sin desperdigarse demasiado y conserva un ritmo, una cadencia de confesión y encantamiento con las palabras: la apuesta por el juego está en el detalle. Significar un juego dentro y fuera del paréntesis: dentro la confesión, lo que tendría que decirse, el casi susurro para narrar, ensayar, argumentar una relación: afuera blanco absoluto, la nada, la cotidianidad, las situaciones que sólo se esbozan: dentro, una fecha, los nombres, las palabras ajenas, el soundtrack. Adentro las razones para arder, las estaciones del año, el deseo, las promesas, las palabras que no debieron decirse, las que sí, las que se dijeron y las que no: todo el cúmulo, la pila de razones por las cuales mejor arder, que se expanden por estas páginas en las se suceden una serie de afectos y artefactos escriturales que nos ponen en condición de testigos de la pira, de la liberación por fuego a la que será arrojada esta primera Bola de papel ardiente.

Maricela Guerrero